Mientras Córdoba grita y pide que se declare el estado de Emergencia Nacional, son los/as vecinos/as y brigadas comunitarias quienes cuidan a la hermana Madre Tierra. No ha llegado ayuda del Estado Nacional.
El gobierno nacional está presente… presente para negar el ecocidio que se vive año tras año, presente para no invertir los fondos de la Ley de Manejo del Fuego, presente para darles la posibilidad a los grandes inversores de hacer negocios inmobiliarios, mientras la comunidad se organiza con baldes, como puede, con donaciones, con un pedido que no cesa: que se declare la Emergencia Nacional.
Una vecina de Capilla del Monte nos cuenta: “Los días previos a que se desatara el gran incendio, que ya lleva cinco días activo en el norte de Punilla y se ha extendido a Sierras Chicas, más precisamente en Agua de Oro y Ascochinga, pasaron dos avionetas arrojando ‘no se sabe qué’ sobre nuestras cabezas, las de niños y adultos, provocándonos dolor de cabeza, nublándonos la vista y dejando una especie de polvo en el aire. Dos días después comenzó el infierno.
El jueves 19, en San Esteban, los vecinos descubrieron a un hombre de unos 30 años con un bidón de nafta, quien fue rápidamente apresado. Ese día, el fuego cruzó la ruta provincial 38 de lado a lado, impidiendo la circulación entre San Esteban, Dolores y Capilla del Monte.
El gobernador Llaryora se hizo presente el viernes 20 en Capilla del Monte y, ante la pregunta de un periodista acerca de si había solicitado ayuda al Estado Nacional, respondió que no y se comprometió a ayudar a las familias damnificadas. Después de ese evento para la foto, no volvió a hacerse presente.
Gracias al accionar de bomberos y brigadistas autoconvocados, se intenta controlar el fuego. Han llegado en apoyo otras provincias como Santiago del Estero y Buenos Aires, además de brigadistas de la Comarca Andina.
Ya son varias las familias que han perdido su casa, sus pertenencias y sus mascotas, que migran o mueren en el camino.
¿Qué hay detrás de los incendios? Negocios inmobiliarios y un gobierno nacional que cuida una economía que destruye la Casa Común y profundiza la desigualdad social.
En tiempos dónde el discurso individualista, el «salvese quién pueda», el negacionismo climático y el visto bueno al avance del mercado por sobre el territorio, y ante un Estado que decide abandonar al pueblo, es necesario retomar la conciencia colectiva, volver a exigir un Estado presente, dónde active los mercanismo necesarios para movilzar los recursos y el apoyo necesario a una comunidad asediada por el fuego.
Es necesario que nos sumemos, que no miremos para otro lado. Seamos nosotros quienes construyamos una lucha que nos devuelva la esperanza y la justicia social: techo, tierra y trabajo para todos.
“La batalla, sin soberbia pero con coraje, sin violencia pero con tenacidad, por la dignidad humana, por la naturaleza y por la justicia social”
—Francisco, 20 de septiembre de 2024.